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ARGENTINA // DICIEMBRE, 2017.

7. Ah, la "interna". Una de esas palabras que todo periodista extranjero debe aprender para entender que detrás de cada historia hay un conflicto, una rivalidad, una tensión, a menudo entre grupos que buscan fines similares.

La interna peronista, la interna del sindicato, la interna de la asociación de víctimas… El reflejo de una sociedad que ama el debate y la discusión y una trampa para el que crea que en este país todo es como parece.

8. Cuando tienes una duda no pides que te la aclaren, preguntas "si puedes hacer una consulta".

9 Llegas a Argentina y te causan gracias los chamuyos (el arte nacional del piropo), pero detestas el drama y el histeriqueo (ahora me gustas y después no, ahora que me buscas ya no te quiero).

Ahora te cansa el chamuyo, pero te has convertido en un dramático histérico y vivirás con esa divertida maldición por el resto de tu vida.

11. Besos. Besos por todos lados.

12. Los argentinos no responden al estereotipo de seres arrogantes ni se creen superiores.

Los argentinos tienen las cataratas de Iguazú y el glaciar Perito Moreno, los cerros del Norte y los picos de la Patagonia, los vinos de Mendoza y las ballenas del sur.

Los argentinos tienen el dulce de leche, la carne, la mano de Maradona, a Ricardo Darín y a Las Leonas, la noche de Palermo, Relatos Salvajes, Esperando la Carroza y las páginas de Borges.

El argentino no es arrogante, es sólo que es consciente (y perdón por el porteñismo que estoy a punto de soltar) de que vive, sin lugar a dudas, en uno de los mejores lugares del mundo.

Belleza e historia: ARGENTINA

Buenos Aires, 20-12-2017.

>> 16 días fueron escasos para descifrarte <<

Una ciudad que mezcla el arte urbano fusionado con el romanticismo de un tango.

Boliches nocturnos que desentonan los poemas de Borges y Cabral.

Me remito a las alusiones de la vivencia de Ignacio de los Reyes, corresponsal de BBC Mundo en Argentina por tres años.

1. El tango es patrimonio nacional, pero la verdadera música que reina en la calle argentina es la cumbia.

2. El mundo se divide entre Boca y River, entre Charly y Gustavo, entre Macri y Cristina, entre el interior y la capital, entre los que dicen "publicidad" y los que dicen "propaganda", entre el periodista Jorge Lanata y el programa kirchnerista 6,7,8, entre las rochas y las chetas, entre las divas televisivas Mirtha Legrand y Susana Giménez.

3. En Argentina, el fin del mundo siempre parece a la vuelta de la esquina, pero rara vez suele llegar.

Tan acostumbrados están los argentinos a vivir al borde del precipicio que han inventado un arte, el del "atado con alambre", que ha vuelto a este país creativo e ingenioso, sobreviviente y con una capacidad infinita de adaptarse a la montaña rusa que es este fascinante lugar.

4. La vida es vertiginosa y el ritmo político de Argentina, más.

Lo que hoy es seguro puede cambiar radicalmente al día siguiente. Y esa es una lección que aprendió a golpes este periodista, que se equivocó muchas veces y al que le costó entender que muchas cosas no son lo que parecen y que muchas otras necesitan buena dosis de perspectiva y contexto.

El político que parece un líder indiscutible en enero puede no ser nadie el diciembre. Y viceversa.

El equipo que arranca con dudas un Mundial de fútbol puede llegar a la final del campeonato.

El "default técnico" que muchos temían en julio de 2014 no trajo el apocalipsis al país.

Y cuando pensabas que jamás podría gustarte el mate o el fernet, sucumbiste. Todo cambia.

5. Y el tema del dólar "es complicado". Pero el del Peronismo, aún más.

6. El argentino es humilde, amable y familiar, reparte abrazos y dice te quiero a menudo. Se interesa por saber más de quien viene de fuera.

Son mujeres y hombres para los que el asado del domingo es sagrado, que golpean cacerolas para protestar y para celebrar, que han hecho un arte de la costumbre de hacer fila y esperar, para los que la amistad está por encima de todo.

Y... Mi parte favorita >>

Les comparto mi top de mis poetas argentinos.

Me gusta andar, pero no sigo el camino.
Porque lo seguro ya no tiene misterio.
Me gusta ir con el verano, muy lejos.
Pero volver donde mi madre en invierno.
Y ver los perros que jamás me olvidaron.
Y los caballos y los abrazos que me dan mis hermanos.

Me gusta el sol, Alicia y las palomas.
El buen cigarro y la guitarra española.
Saltar paredes y abrir las ventanas.
Y cuando llora una mujer.

Me gusta el vino tanto como las flores.

Y los amantes, pero no los señores.
El pan casero y la voz de Dolores.
Y el mar mojándome los pies...

No soy de aquí, ni soy de allá.

No tengo edad, ni porvenir.
Y ser feliz es mi color de identidad.

Me gusta estar tirado siempre en la arena.
O en bicicleta perseguir a Manuela.
Con todo el tiempo para ver las estrellas.
Con la María en el trigal.

No soy de aquí, ni soy de allá.
No tengo edad, ni porvenir.
Y ser feliz es mi color d
e identidad.

No Soy de Aquí.

- Facundo Cabral

Los amantes de Julio Cortázar

¿Quién los ve andar por la ciudad si todos están ciegos?

Ellos se toman de la mano: algo habla entre sus dedos,

lenguas dulces lamen la húmeda palma, corren por las falanges,

y arriba está la noche llena de ojos.

Son los amantes, su isla flota a la deriva hacia muertes de césped,

hacia puertos que se abren entre sábanas.

Todo se desordena a través de ellos, todo encuentra su cifra escamoteada;

pero ellos ni siquiera saben que mientras ruedan en su amarga arena

 hay una pausa en la obra de la nada, el tigre es un jardín que juega.

Amanece en los carros de basura, empiezan a salir los ciegos,

el ministerio abre sus puertas.

Los amantes rendidos se miran y se tocan una vez más antes de oler el día.

Ya están vestidos, ya se van por la calle.

Y es sólo entonces cuando están muertos, cuando están vestidos,

que la ciudad los recupera hipócrita y les impone los deberes cotidianos.

Alma desnuda de Alfonsina Storni

Soy un alma desnuda en estos versos, Alma desnuda que angustiada y sola Va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola, Que puede ser un lirio, una violeta, Un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta Y ruge cuando está sobre los mares, Y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares, Dioses que no se bajan a cegarla; Alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla Con sólo un corazón que se partiera Para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera Dice al invierno que demora: vuelve, Caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve En tristezas, clamando por las rosas con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas A campo abierto, sin fijar distancia, Y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia De un suspiro, de un verso en que se ruega, Sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega Y negando lo bueno el bien propicia Porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia Palpar las almas, despreciar la huella, Y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella, Como los vientos vaga, corre y gira; Alma que sangra y sin cesar delira

Por ser el buque en marcha de la estrella

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